Mujer y liderazgo: el momento es ahora

Los datos no mienten. Ya en 2020 el informe Women in the Workplace de McKinsey señalaba que las empresas con mayor diversidad de género tienen un 25% más de posibilidades de ser más rentables. Un estudio de 2021 del Peterson Institute for International Economics arrojaba un resultado similar, al reportar que las compañías donde el 30% de los líderes eran mujeres, registraban un aumento del 15% en su rentabilidad.

Los resultados más recientes siguen en la misma línea, de acuerdo con los resultados del informe de McKinsey en su edición 2023. El estudio también revela que, desde 2015, el número de mujeres en puestos directivos ha crecido del 17% al 28%, lo que sin duda son buenas noticias. Sin embargo, la verdadera paridad de género se ve todavía lejana en muchas organizaciones.

Superar el “peldaño roto”

Las mujeres que han alcanzado un nivel medio en organizaciones de todo tipo y tamaño deben prepararse para dar el salto. Sobre todo, para superar el llamado “peldaño roto” (broken rung), un obstáculo parecido en parte al techo de cristal al que se enfrentan las mujeres.

Ese peldaño roto hace que más mujeres queden atrapadas en los niveles de entrada y se les dificulte subir nuevos peldaños en la escalera corporativa. En consecuencia, pierden o retrasan la oportunidad de acceder a posiciones medias o superiores.

Ambición profesional, en clave femenina

“El éxito masculino —comenta Nuria Chinchilla, profesora de Dirección de personas en las organizaciones de IESE Business School— se sustenta en lograr metas cuantificables, como resultados, poder y dinero. La mujer quiere, además, felicidad, paz interior y tiempo para la familia, los amigos y sus hobbies”.

Pero incluso salvando estas posibles diferencias, lo cierto es que en la actualidad, de acuerdo con los resultados del estudio anual McKinsey, las mujeres son más ambiciosas que antes de la pandemia y la flexibilidad en el trabajo alimenta esa ambición. Nueve de cada diez mujeres menores de 30 años quieren ascender al siguiente nivel, y tres de cada cuatro aspiran a convertirse en líderes de alto nivel. “Sí, somos muy ambiciosas pero —advierte Chinchilla—, no a cualquier costo”.

El cerebro humano no es unisex

En una conferencia impartida en IESE Business School, Nuria Chinchilla señaló que, en el contexto actual, la mujer directiva debe reconocer su identidad femenina que, biológicamente, la lleva a tener un cerebro diferente al del hombre. “El cerebro humano no es unisex, ni anatómica ni funcionalmente —enfatiza—, y claramente conduce a procesar la información de manera distinta”.

En este contexto, “hay que ir hacia un feminismo sinérgico —sugiere—, partiendo de la conciencia de las diferencias. Desde ahí seremos capaces de construir equipos fabulosos”.

El símbolo del nuevo paradigma es un triángulo donde la persona está en el centro de tres áreas de su vida: Familia, sociedad y empresa. “Cada uno —dijo Chinchilla— respira un aire distinto”.

Por eso, destaca la académica, “la participación de mujeres en la toma de decisiones aporta beneficios, incrementa la productividad y mejora resultados.

Durante siglos —observa—, la humanidad ha tenido un ojo cerrado -el femenino- en la toma de decisiones empresariales y políticas. Es momento de enfocar bien, con los dos ojos abiertos”.