Lo que los clientes esperan de una marca es que les ofrezca el producto y el servicio que necesitan. ¿Cómo lograrlo? En un entorno de negocios competitivo y cambiante, Design Thinking (DT) es una de las metodologías más efectivas para poner a tu cliente al centro.
Es también una fórmula efectiva para crear valor imaginando soluciones que mejoren la vida del cliente, resuelvan sus problemas, y le brinden beneficios tangibles e intangibles que superen sus expectativas.
La metodología Design Thinking
Esta surge de la combinación de varias disciplinas y enfoques, incluyendo la ingeniería, el diseño, la psicología y la sociología. Sus raíces se remontan a la década de 1960, cuando acuñó el término el profesor Rolf Faste de la Universidad de Stanford. Sin embargo, fue la empresa de diseño e innovación IDEO la que popularizó esta metodología en la década de 1990. A partir de entonces desarrolló soluciones innovadoras centradas en el cliente.
“El Design Thinking -corrobora Tim Brown, CEO de IDEO- es una disciplina que utiliza la sensibilidad y los métodos de los diseñadores para hacer coincidir las necesidades de las personas con lo que es tecnológicamente factible y con lo que una estrategia viable puede convertir en valor para el cliente”.
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La ruta del Design Thinking
A lo largo del tiempo, Design Thinking ha evolucionado y se ha adaptado a diferentes áreas y contextos. Hoy es una metodología ampliamente utilizada, cuyo objetivo fundamental es que las soluciones diseñadas con DT:
- Sean innovadoras
- Se centren 100% en el cliente
- Agreguen valor significativo al cliente.
En esencia, la metodología Design Thinking es un proceso creativo y colaborativo. Por ello demanda, como señala Nigel Cross, diseñador e investigador en diseño, “una forma de pensar y un enfoque que se basa en la colaboración, la intuición y la imaginación, y que ayuda a abordar problemas complejos”.
Esta “fórmula creativa” comprende:
Un enfoque centrado en el cliente
Basado en el entendimiento profundo de las necesidades, deseos y problemas de los usuarios o clientes. Esto permite crear productos, servicios o soluciones que satisfagan realmente sus demandas y proporcionen una experiencia óptima.
Un proceso empático
Al ponerse en el lugar de los usuarios, los equipos de innovación pueden comprender mejor sus emociones, motivaciones y frustraciones, lo que conduce a soluciones más efectivas y relevantes.
Un trabajo colaborativo e interdisciplinario
Que enriquece el proceso de innovación. Al promover la colaboración entre personas con diferentes habilidades y perspectivas -diseñadores, ingenieros, expertos en marketing, etc.- fomenta la diversidad de ideas y puntos de vista.
La Iteración y prototipado rápido
En lugar de seguir un enfoque lineal y rígido, el DT promueve la construcción de prototipos rápidos y la iteración continua. Esto permite probar y validar conceptos en etapas tempranas, reducir riesgos y costos asociados con desarrollos a gran escala.
El fomento de la creatividad
Al emplear técnicas como el brainstorming y la ideación, los equipos exploran opciones y piensan fuera de la caja.
Un énfasis en la resolución de problemas
Al enfocarse en problemas reales y tangibles, el DT se centra en los desafíos que enfrentan los usuarios. Esto evita crear soluciones que resulten inútiles o que no aborden las necesidades del mercado.
La reducción de la resistencia al cambio
Al involucrar a los usuarios en el proceso de innovación desde el principio, se fomenta una mayor aceptación de los cambios propuestos. Y es que cada usuario se siente parte del proceso y ve cómo sus necesidades son tenidas en cuenta.
Una mayor flexibilidad y adaptabilidad
La metodología permite adaptarse ágilmente a cambios en el entorno y a las necesidades de los usuarios. Esto es especialmente valioso en un mundo donde las condiciones y requerimientos están en constante evolución.
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Del conocimiento del cliente al diseño de soluciones
La aplicación de Design Thinking en el diseño de productos parte del conocimiento —lo más profundo posible— del cliente.
Tras definir bien la necesidad sentida del cliente llega la generación de ideas para identificar posibles soluciones. Viene entonces la materialización de esas ideas de una forma sencilla —un esquema o dibujo, por ejemplo— para llegar a un prototipo. Luego se muestra al cliente y se asegura que resuelve la necesidad sentida para proceder a su implementación.
Con un método adecuado y un sólido trabajo en equipo, quien sabe gestionar la metodología del Design Thinking impulsa la innovación y será capaz de diseñar soluciones para enfrentar retos específicos.
En síntesis, el Design Thinking es una herramienta valiosa para la generación de soluciones impactantes en el mercado.
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